• 21 de noviembre de 2025
  • 15

Panteón Empresarial

Panteón Empresarial

Por: Mario Rizo


En México, la muerte es parte de la cultura, no solo como fin, sino como símbolo de lo que no se cuidó, no se previó, no se honró. Así como las personas, las empresas familiares también mueren. No por destino, sino por decisiones postergadas, por sucesiones mal manejadas, por conflictos no resueltos. Si existiera un panteón de empresas familiares, estaría lleno de historias que pudieron ser legado… y terminaron en epitafio.

 

La Catrina, con su ironía elegante, no solo visita cementerios: también recorre oficinas, consejos, fábricas y juntas familiares. Y en cada rincón encuentra señales de muerte anunciada. Porque lo que no se profesionaliza, se improvisa. Y lo que se improvisa, se desgasta. Este recorrido por el panteón empresarial no busca asustar, sino despertar. Porque aún hay tiempo de evitar que la lápida lleve el nombre de tu empresa.

 

Las 12 lápidas más frecuentes:

 

1. La muerte inesperada del fundador. Sin plan de sucesión, el caos se convierte en heredero. La empresa pierde no solo a su líder, sino también su rumbo.

 

2. Herederos sin vocación empresarial. El negocio se convierte en carga. Lo que no se ama, no se cuida. Y lo que no se cuida, muere.

 

3. Herederos sin capacidad de liderazgo. El apellido no garantiza liderazgo. La falta de preparación convierte la herencia en riesgo.

 

4. Confusión entre dinero familiar y empresarial. Cuando el negocio se usa como caja chica, se debilita su estructura. Lo que no se respeta, se desgasta.

 

5. Luchas de poder entre familiares. Sin reglas claras, cada uno quiere mandar. El conflicto interno es veneno lento, pero letal.

 

6. Exceso de confianza. La bonanza oculta errores. Pero la crisis los revela… y a veces, ya es tarde.

 

7. Crecimiento desbordado. Expandirse sin control es como construir sin cimientos. Lo que no se sostiene, se derrumba.

 

8. Ausencia de gobierno corporativo. Sin institucionalización, todo se improvisa. Y lo improvisado rara vez sobrevive generaciones.

 

9. Resistencia al cambio. Aferrarse al pasado es cavar la fosa con pala dorada. La innovación no es opción, es necesidad.

 

10. Falta de visión compartida. Sin propósito común, cada quien jala para su lado. La empresa se fragmenta… hasta desaparecer.

 

11. Falta de liderazgo emocional. Cuando el líder no sabe escuchar, contener ni inspirar, la empresa se enfría. Las decisiones se vuelven técnicas, pero sin alma. Y una empresa sin corazón, tarde o temprano, deja de latir.

 

12.Desconexión con el cliente. Al centrarse solo en la familia y olvidar al mercado, la empresa pierde relevancia. El cliente cambia, evoluciona, exige. Si no se le escucha, se va. Y sin clientes, no hay empresa que sobreviva.

 

¿Cómo evitar la muerte empresarial?

 

La muerte de una empresa familiar no es inevitable. Hay antídotos poderosos que pueden prolongar su vida. Educación emocional y técnica de los herederos: No basta con enseñarles el negocio, hay que enseñarles a convivir, decidir y liderar. Gobierno corporativo sólido: Protocolos, consejos, reglas claras. Lo que se escribe, se respeta. Lo que se respeta, se preserva. Separación clara entre familia y empresa: Cada peso debe tener propósito. Cada decisión, transparencia. Sucesión planeada, no improvisada: El relevo no se improvisa en el velorio. Se construye con tiempo, diálogo y visión.

 

El panteón de las empresas familiares no es un lugar de destino, es un recordatorio. La buena noticia es que también hay empresas que florecen, que se reinventan, que se institucionalizan y que logran convertir su historia en legado. No es magia, es decisión. No es suerte, es disciplina.

 

 

El autor es experto y escritor de libros sobre empresas familiares y gobierno corporativo.