En México, millones de personas viven con Helicobacter pylori sin saberlo. Aunque la mayoría no presenta síntomas, esta bacteria puede causar gastritis crónica, úlceras y aumentar el riesgo de cáncer gástrico. Su detección y tratamiento oportuno son clave para prevenir complicaciones.
El descubrimiento del H. pylori cambió para siempre la comprensión médica del estómago y demostró cómo la ciencia también a veces avanza gracias a la curiosidad y el riesgo.
Durante buena parte del siglo XX, se creyó que las úlceras gástricas eran producto del estrés o de una alimentación deficiente. Pero en los años ochenta, un pequeño microorganismo cambió esa historia: el Helicobacter pylori. Hoy se sabe que esta bacteria, tan común como persistente, es la principal responsable de la gastritis crónica y de muchas úlceras pépticas. Si no se trata, incluso puede aumentar el riesgo de cáncer de estómago.
Un huésped resistente
El H. pylori es una bacteria en forma de espiral que se desplaza gracias a pequeños flagelos. Su particularidad es que logra sobrevivir en el ambiente ácido del estómago: produce amoníaco, lo que neutraliza el ácido gástrico y le permite penetrar y colonizar la mucosa. Este proceso irrita el revestimiento estomacal y puede generar inflamación persistente.
Se calcula que más de dos tercios de la población mundial están infectados, aunque la mayoría nunca desarrolla síntomas. La transmisión ocurre principalmente durante la infancia, por contacto con saliva.
Síntomas y diagnóstico
Cuando la bacteria provoca problemas en el estómago, pueden aparecer los siguientes síntomas.
Dolor o ardor abdominal, especialmente con el estómago vacío
Hinchazón, náuseas o sensación de llenura rápida
En algunos casos, pérdida de apetito o de peso
El diagnóstico se realiza mediante pruebas de aliento, análisis de heces o endoscopia con biopsia del tejido gástrico.
Un experimento decisivo
En los años ochenta, los médicos australianos Barry Marshall y Robin Warren observaron que muchos pacientes con úlceras tenían la misma bacteria en su estómago. Para demostrar su hipótesis, Marshall decidió ingerir un cultivo de H. pylori. Días después desarrolló gastritis aguda, confirmando que la infección era la causa.
Su hallazgo cambió el tratamiento de las enfermedades gástricas y, en 2005, ambos recibieron el Premio Nobel de Medicina.
Tratamientos y nuevas líneas de investigación
El tratamiento más habitual combina un inhibidor de la bomba de protones, como el omeprazol, con dos antibióticos, generalmente amoxicilina y claritromicina. Dura entre diez y catorce días. Sin embargo, el aumento de la resistencia bacteriana ha llevado a explorar alternativas, entre ellas la resina de mástique, una sustancia natural obtenida del árbol de lentisco que se encuentra en investigación como posible alternativa a los antibióticos.
Estrés y estómago: una relación indirecta
El H. pylori no es una “bacteria nerviosa”, pero el estrés puede exacerbar los síntomas digestivos o interferir en la recuperación. Aunque la causa biológica de la úlcera es infecciosa, los factores psicológicos pueden influir en la evolución y en la percepción del malestar.
En resumen
El Helicobacter pylori es una infección extremadamente común. Su descubrimiento marcó un antes y un después en la historia de la medicina, y sigue siendo objeto de intensa investigación. Consulte a su médico ante molestias digestivas persistentes para evitar complicaciones mayores.