La depresión no siempre se manifiesta como tristeza. A veces aparece como cansancio persistente, irritabilidad, dificultades para concentrarse o la sensación de haber perdido energía. Muchas personas siguen con su vida diaria sin reconocer la depresión.
Sin embargo, aunque pueda pasar desapercibida en lo emocional, puede dejar señales en el cuerpo, especialmente en nuestra salud cardiovascular. A veces seguimos adelante porque hay personas, proyectos y responsabilidades que dependen de nosotros; precisamente por eso, atender el desgaste emocional es importante.
En un estudio realizado en el Hospital Universitario de Cracovia (Polonia) en 2024, los pacientes que presentaban síntomas depresivos al inicio del tratamiento cardíaco tuvieron entre 3 y 5 veces más riesgo de complicaciones graves durante los siguientes 12 meses. Este patrón se ha observado de manera consistente en distintos entornos clínicos.
Qué ocurre en el organismo
Cuando la depresión se prolonga, el cuerpo puede mantenerse en un estado de tensión constante. El descanso deja de restaurar como antes y ciertos sistemas permanecen activos más tiempo del necesario. Esto tiene efectos medibles en el corazón. La respuesta al estrés queda encendida, como si el cuerpo no recibiera la señal de que puede bajar la guardia. En este estado, el cortisol puede permanecer elevado, lo que tiende a aumentar la presión arterial y la frecuencia cardíaca. También puede presentarse una inflamación de bajo grado en el organismo, que con el tiempo afecta la salud de los vasos sanguíneos. Además, el corazón puede perder parte de su capacidad para ajustar su ritmo con facilidad entre actividad y descanso.
La depresión no tiene que ver con falta de voluntad.
Es una condición de salud que puede afectar cómo descansamos, cómo pensamos y cómo responde el cuerpo, incluyendo el corazón. Esto no significa que toda persona deprimida vaya a presentar problemas cardiovasculares. Sin embargo, la depresión si puede influir negativamente en la recuperación, por lo que vale la pena considerarla dentro del cuidado integral.
En la vida cotidiana, la depresión a veces puede presentarse con los siguientes síntomas:
• Cansancio que no mejora con descanso.
• Irritabilidad o menor tolerancia a la frustración.
• Dificultad para concentrarse o hacer decisiones
• Cambios en el sueño (dormir mucho o muy poco).
Además del acompañamiento profesional, algunas medidas cotidianas pueden contribuir tanto al estado de ánimo como a la salud cardiovascular:
• Caminar un poco todos los días puede ayudar a regular el sistema cardíaco y reducir la tensión fisiológica.
• Mantener horarios regulares de sueño apoya la recuperación del sistema nervioso.
• Consultar al médico de cabecera e integrar la salud emocional dentro del plan general de cuidado. Así podemos apoyar el proceso de recuperación del cuerpo y del corazón.
Conclusión
La mente y el cuerpo no están separados. Cuidar el corazón también implica atender cómo estamos viviendo, sintiendo y descansando.